Poemas del alma y para el alma
Jesús en el huerto de los olivos
Contornos de la antigua señora del Oriente
que ornaron con su gloria David y Salomón,
en solitario huerto, su envejecida frente
levantan siete olivos que el tiempo respetó.
Allí, cuando la tarde declina por ocaso,
Jesús, con sus discípulos, retírase a buscar
en la oración la fuerza que sostendrá su brazo
en sus cercanas horas de lucha y soledad.
... ¡Ay!: ¡cuantas veces; cuántas, a solas, allí hirieron
agudos desengaños su amante corazón
y su alma, los recuerdos amargos oprimieron,
de los que -ciegos- niegan la luz que les mostró!
... Y era una noche triste y silenciosa:
-ni una estrella en los cielos se veía-;
bajo la luna opaca y misteriosa,
que sus menguantes rayos despedía
como una inmensa, funeraria losa,
una cárdena nube se extinguía,
y, de Solima, en las desiertas calles,
sólo andaban los cierzos de los valles.
Después creció la oscuridad; su manto
negro la noche amontonó en el cielo;
como aterrado por secreto espanto,
tembló del templo el anchuroso velo;
suspendió el triste ruiseñor su canto;
suspendió su murmullo el arroyuelo,
y, ni turbaba la siniestra calma
la blanda brisa al columpiar la palma.
¡Oíd! ... "sonó la hora solemne del martirio:
el odio, la venganza, la envidia, la traición
la oyeron, y en concejo satánico reunidos,
juraron, y siguieron del vendedor en pos".
de Judas que, del fango sacále por clemencia
Jesús, y entre los suyos, amigo le contó,
y a cuya tosca frente la fúlgida diadema
destina, que en sus sueños la fúlgida diadema
de Judas, cuyas manos rudísimas de hierro
Jesús, entre las suyas, cien veces apretó,
y cuyos pies desnudos llevan aún el sello,
el sello de sus labios purísimos de amor.
En vano ..., que, él en pago de su bondad divina,
al huerto, los verdugos, llevando va veloz;
-ya todo va a cumplirse; ‘lá víctima bendita’
caerá bajo el alfanje del bárbaro sayón-.
Por Carlos Albán.
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