Temas para meditar y reflexionar
Supongamos que los niños fueran ranas
Supongamos que las ranas fueran tan grandes como los niños... Y los niños tan grandes como las ranas.
Supongamos que las ranas se vestían...Y los niños no.
Supongamos que las ranas hablan...Y los niños dice: Cro, Cro.
Supongamos que las ranas al igual que los niños tenían familia.
Supongamos que las ranas iban a la escuela... Mientras los niños brincaban entre los posos, las lagunas y los charcos.
Supongamos que un día en la escuela la maestra les pedía a sus alumnos ...
__ Para mañana de tarea cada una de ustedes deberá traer un niño entre un frasco.
Entonces, supongamos, que las ranas obedeciendo a la profesora fueron a cazar niños en los charcos.
Supongamos que los papás y mamás de los niños muy preocupados por no encontrar a sus hijos comenzaron a buscarlos desesperamente gritando: Cro, Cro,Cro
Y supongamos que el día siguiente en la escuela las ranas preguntaron a la maestra.
__ Profe. ¿Qué vamos a hacer con estos niños...? Y la profe respondiera...
__ Vamos abrirlos vivos para que ustedes aprendan como funciona el organismo de los seres vivientes.
Supongamos que ponen el primer niño dentro de una campana de vidrio con un algodón empapado en éter para anestesiarlo.
Que una vez anestesiado, pero vivo, lo colocan de espaldas sobre una tabla, luego con un bisturí cortan desde el cuello hasta el bajo vientre, pero sin dañar órganos vitales, para luego abrirlo y
con alfires fijar por el borde la piel sobre la tabla.
¡No supongamos más!...
Este episodio se vive en los laboratorios de investigación donde la ciencia busca los secretos de la vida, pero con ranas de verdad.
En mi adolecencia asistí a esta macabra experiencia, para una clase de anatomía.
Aún muchos años después siento las misma impresión, que sentí aquel día.
¡No quisiera recordarlo!
Veía en aquel pequeño animal mi cuerpo abierto desangrando por la piel cersenada.
¡Como se inflaban los pulmones!...Tratando de llevar oxígeno a esa sangre que el pequeño corazón bombeaba sin fuerza, para escapar por la parte destazada.
¡Que angustia cuando el alma tiene sentimientos!...
Sentí ganas de vomitar.
Mis piernas se doblaron y perdiendo el conocimiento, como un plomo caí al suelo.
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